Inadecuada comprensión
de un asunto complejo: entender la violencia para prevenirla
Dentro
de las formas indebidas de comprender la violencia está la que la reduce al
delito y esto a los delincuentes “por excelencia” (o por lo menos pretenden que
así lo creamos) que son los pandilleros. Por tanto, indebidamente, reducimos
prevención de la violencia a prevención de delito y de aquí al combate de las
pandillas. Error inmenso. Si las pandillas fueran el problema de la violencia
en el país ya algo tendría que habría sido resuelto haciendo un poco de cálculo
aritmético:
a. La población carcelaria actual anda
cerca de 30 mil. Digamos que la mitad están relacionados con “asociaciones
ilícitas”, tendríamos 15 mil en cárceles.
b. Según los análisis gubernamentales
(de antes y de ahora), la mayor parte de los homicidios son entre pandillas o
asociados... calculando que entre 50 y 75% de los casos son pandilleros,
resulta que en los últimos diez años, de un total de 32,284 casos de homicidio,
entonces al menos 16,00 serían los pandilleros muertos (conste que no soy
partidario de esta posición; a mi modo de ver la mayoría de homicidios tiene
que ver con conflictividad)
c. Por tanto, sumando los muertos más
los que están en cárceles, suman más de
30 mil, suponiendo que, como suele decirse, entre capturas y decesos, se
van desmantelando clicas y estructuras pandilleriles. Si me dicen que los
pandilleros son más cualquier fenómeno social puede entrar en crisis cuando ve
mermado en 50% su afiliación… pero aquí parece que siguen en alza.
Quizá
sí, quizá no. Lo cierto es que en los últimos diez años, a pesar de ese número,
alto, bajo o promedio, la situación de inseguridad adjudicada a las pandillas
no parece haber mermado en nada. Por tanto, o las fuerzas de seguridad son
realmente ineficientes (en identificar, capturar o producir decesos en combate)
porque a pesar de 30 mil bajas, seguimos teniendo en problema gravísimo o bien,
ese no es el problema… si no otro.
En
lo que respecta a la violencia, por tanto, la complejidad va más allá del problema,
grave por supuesto, de las pandillas. Las pandillas “aportan” al problema de la
violencia y la inseguridad, pero va más allá. Casi cualquier amenaza y
violencia suele disfrazarse de “pandilleros”, por culpa de la prensa, la
policía (“se sospecha de rencillas”) o del sistema que quiere que pensemos así.
Por
tanto, se trata de pensar más allá de
las pandillas y pensar en la violencia estructural y la economía de exclusión y
la normalización de la violencia que hemos hecho. Tenemos la obligación de no conformarnos con explicaciones fáciles y
comprometernos con el penoso esfuerzo de pensar y acertar en el problema de
causalidad distinguiendo las particularidades de la dimensión interpersonal y
la dimensión estructural, porque en el fondo, el problema de la violencia es un
problema de exclusión y humillación.
Decía
don Manuelito Kant: “las intuiciones sin
conceptos son ciegas, los conceptos sin intuiciones son vacíos”. A ver si
juntamos intuiciones y conceptos con un análisis riguroso de la realidad para
determinar una buena teoría.